lunes, 9 de noviembre de 2009

La primera Republica Federal (1824-1835)




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La primera República Federal 1824-1835

En el seno del Congreso se enfrentaron dos proyectos de forma de gobierno: por
una parte se encuentra la postura que argumentaba que la república debería estar
conformada por una federación de estados y por otra, la postura que señalaba que
la república debería ser unitaria o centralista.

Los centralistas argumentaban que debería existir una construcción válida para
todos los departamentos o estados; que los recursos económicos de todas las provincias
debían enviarse al centro y desde ahí ser redistribuidos a los departamentos;
que el gobierno central podía alterar los límites de los estados.

Los federalistas consideraba que cada entidad federativa debía poseer autoridad
para resolver sus problemas internos, cada estado sería soberano y libre para articular
su propia constitución, emitir sus propias leyes y manejar sus propios recursos
económicos. El gobierno federal sólo se encargaría de las relaciones con el exterior,
de formar un ejército y de emitir moneda. Los estados no podían tener la capacidad de
alterar los límites territoriales sino solamente el poder federal.






La corriente centralista argumentaba que sólo una república unitaria podía
garantizar la frágil unidad del país porque no existían en las provincias los elementos
necesarios para ser una entidad autónoma. Uno de los máximos exponentes de esta
postura fue Fray Servando Teresa de Mier.

Por su parte, los federalistas afirmaban que, debido a la extensión de la provincias
del Oriente y su lejanía respecto a los lugares en donde residía el poder y en
conveniencia obvia que sus gobernantes tuvieran un cabal conocimiento de los
problemas específicos de cada entidad, era indispensable un sistema federal. Fue
Ramos Arizpe uno de los más brillantes exponentes de esta corriente política.


A los argumentos esgrimidos por los diputados federalistas se sumaron múltiples
peticiones que las juntas de gobierno hicieron llegar a los legisladores para
exigir la adopción del régimen federal. Ante lo cual, el Congreso aprobó el 31 de enero
de 1824 una Acta constitutiva que señalaba que la nación mexicana adoptaba como
forma de gobierno la de república representativa popular federal.
La Constitución se promulgó el 4 de octubre de 1824. La Federación quedaba
integrada por diecinueve estados y cuatro territorios. Se consignaba también la división
de poderes tanto en el ámbito federal como en el local o municipal. El poder ejecutivo
de la Federación quedaba depositado en un presidente; el poder legislativo en un
congreso general formado por dos cámaras, la de diputados y la de senadores; y el
poder judicial quedaba depositado en una corte suprema de justicia. Se estableció también
la figura de vicepresidente de la República, que sería el sustituto del jefe del poder
ejecutivo en casos de ausencia temporal o definitiva. Asimismo, se prohibió el ejercicio
de cualquier otra religión que no fuese la católica.







La Constitución de 1824 no contempló transformaciones radicales dentro de los
ejes de la sociedad, ningún artículo se refiere a la problemática de la enorme
desigualdad social que prevalecía desde la Colonia, ni introduce mejoras para los
trabajadores del campo y de los talleres. Se preservaron el fuero militar y religioso.
Los indígenas, al ser considerados ciudadanos, obtuvieron derechos pero también
adquirieron obligaciones fiscales que para la mayoría fueron desastrosas para su
endeble bienestar.
De acuerdo con lo prescrito en dicha Constitución, se efectuaron elecciones, en
las que llegó a la presidencia el general Guadalupe Victoria y como vicepresidente
el general Nicolás Bravo. Tomaron posesión de sus cargos el 10 de octubre de 1824
y gobernaron hasta abril de 1829.
El 1o. de septiembre de 1828 se llevaron a efecto elecciones para determinar al
siguiente presidente, siendo favorecido el general Manuel Gómez Pedraza. Sin embargo,
el general Santa Anna en Veracruz inicia un levantamiento militar con el fin
de impedir la toma de posesión por parte de Gómez Pedraza. La revuelta se extiende
por el sur del país y en la ciudad de México. Por lo cual el militar electo decide salir
voluntariamente de México, el general Vicente Guerrero es designado presidente
interino por el Congreso de la Unión.



Con estos hechos se inicia una serie de levantamientos militares cada vez
que había cambio del poder ejecutivo de unas manos a otras en medio de un estado
de guerra civil casi crónico. El gobierno de Guerrero duró unos cuantos meses,
ya que cuando en diciembre de 1829, al combatir en Veracruz una revuelta militar,
en la ciudad de México se produjo otro levantamiento armado. El Congreso presionado
por esta revuelta entregó el poder ejecutivo al general Bustamante, que gobernó
entre enero de 1830 y mayo de 1832, sin que durante su periodo presidencial
cesara la guerra civil.
En 1832, el general Santa Anna nuevamente se subleva para exigir que el poder
ejecutivo fuera entregado al general Gómez Pedraza. Esta revuelta triunfa y en
diciembre Gómez Pedraza asume la presidencia. En abril de 1833 se realiza una
elección en donde López de Santa Anna es elegido presidente y Gómez Farías
vicepresidente. Dicho periodo fue sumamente dispar ya que cuatro veces López de
Santa Anna estuvo al frente del poder ejecutivo y otras tantas Gómez Farías.






Cabe resaltar que entre 1833 a 1855 López de Santa Anna asumió el cargo de
presidente en once periodos diferentes, en unas representando a los liberales o
federalistas y en otras a los centralistas o conservadores.
Entre 1833 y 1834, el gobierno encabezado por Gómez Farías y en donde se
hallaban distinguidos intelectuales, tales como José María Luis Mora y Lorenzo Zavala, articuló una series de reformas con la finalidad de cancelar la influencia del clero y del ejército en la marcha del Estado.

Entre las más importantes destacan el decretar la libertad de culto; la separación
entre Iglesia y Estado; la liberación de los agricultores de la obligación civil de pagar el diezmo eclesiástico; la secularización de los bienes de las misiones de California; la destrucción del monopolio del clero en la educación mediante la creación de un Directorio de Instrucción Pública con el cual el Estado tomaba la responsabilidad de proporcionar y supervisar la educación a los ciudadanos; la clausura de la antigua Universidad y del Colegio; la disolución de los cuerpos del ejército que se hubieran sublevado contra el gobierno y la creación de la milicia nacional, organizada por los estados con elementos del pueblo para mantener el Estado de derecho y evitar las constantes rebeliones de los jefes militares.
Ante tales reformas, el clero y el ejército, que habían sido afectados en sus
intereses, exigieron a López de Santa Anna que asumiera la presidencia y reprimiera a los liberales. Posteriormente, López de Santa Anna deroga todas las disposiciones emitidas por Gómez Farías.


En la ciudad de Morelia se produce un levantamiento de militares instigados por
el clero, que al grito de “Religión y Fueros”, reclaman la cancelación de las reformas y la restauración del viejo orden. López de Santa Anna sale a combatirlos y nuevamente Gómez Farías asume la presidencia, restablece las reformas y deroga las modificaciones efectuadas por Santa Anna.

En 1835 surge otra revuelta conservadora en Cuernavaca con la finalidad de
anular las leyes liberales dictadas por el Congreso y que volviese López de Santa
Anna al poder con el carácter de gobernante absoluto. Dicha revuelta triunfa con el apoyo de él mismo y en octubre de ese año reúne un Congreso constituyente para promulgar una nueva constitución centralista o conservadora.

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Influencia política de las Logias Masónicas


Durante la Edad Media se denominaban masones a los albañiles. Los integrantes de este grupo contaban con una serie de reglamentos internos estrictos, mediante los cuales se transmitían los secretos del diseño de la construcción de grandes
obras. Con el tiempo se crearon hermandades en las que se enseñaba y practicaba una doctrina secreta de sus respectivos oficios y artes.

En el siglo de la ilustración se inicio la masonería moderna. Dado que uno de sus propósitos era el descubrimiento de la verdad por encima de los dogmas, esto le permitió convertirse en una sociedad secreta donde se discutían toda clase de conocimientos científicos, filosóficos y literarios. Así fue como las logias masónicas constituyeron sociedades secretas que combatieron al absolutismo y actuaban como un medio de difusión de ideas políticas.
A comienzos del siglo XIX, la masonería llega a nuestro país, donde, al no existir estructuras políticas fuertes, dichas organizaciones asumieron la función de organizar la participación política de los grupos que detentaban o aspiraban al poder (ejército, hacendados, grandes comerciantes, etc.). Por su parte, la inmensa mayoría de la población permaneció prácticamente excluida de los procesos políticos, aunque no dejaron de resentir los efectos negativos de éstos.

Las primeras logias se agruparon en torno al “rito escocés”, articularon la
publicación de la Constitución de Cádiz por parte del virrey Ruíz de Apodaca y
posteriormente la oposición a Iturbide. Para mediados de la década de 1820 las
logias del “rito escocés” dieron origen a la corriente política del partido conservador o centralista . Entre los miembros de esta agrupación política destacan Nicolás Bravo, Miguel Barragán, Anastasio Bustamante y Lucas Alemán.
En 1825 se forman las primera logias del “rito yorkino”, las cuales se caracterizaron por posturas más radicales.Los “yorkinos” manifestaron su adhesión al federalismo, dando origen posteriormente al denominado partido liberal o federalista. Entre sus miembros destacan: José María Luis Mora, Lorenzo de Zavala, Vicente Guerrero, Gómez Farías y Ramos Arizpe.
Se puede afirmar que la vida política de nuestro país durante las primeras décadas de la República fue resultado en gran parte del enfrentamiento ideológico, político y militar de los partidos liberal y conservadores.

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Los problemas internacionales


Al no reconocer los tratados de Córdoba, España manifestaba sus intenciones de reconquistar nuevamente nuestro país. El Castillo de San Juan de Ulúa, frente al 268 puerto de Veracruz, se había convertido en el último baluarte de los españoles en tierras mexicanas y desde esta posición habían bombardeado al puerto haciendo necesario su cierre y su cambio a Alvarado. Por lo que, en 1825 las tropas nacionales encabezadas por el capitán Pedro Sáenz de Baranda y Miguel Barragán iniciaron el asedio de la guarnición española del Castillo, consiguiendo la capitulación de San Juan de Ulúa en noviembre de 1825.




En 1827 se descubre una conspiración articulada por los españoles, encabezada por el sacerdote Joaquín Arenas y los generales Echávarri y Negrete, con el fin de promover un levantamiento armado para reintegrar nuestro país al imperio Español, los promotores fueron desterrados del país. Este complot incrementó en la población un repudio contra los españoles. Las legislaturas de algunas entidades (Jalisco, Michoacán, Veracruz y México) expidieron decretos para expulsar a los españoles residentes, y en diciembre de ese año el Congreso de la República promulga la expulsión de los peninsulares residentes en el país que fueran notoriamente desafectos a la independencia y a la república. Los emigrantes españoles se llevaron consigo sus caudales, lo cual produjo serios problemas económicos en el país.
En 1829 una expedición española dirigida por el general Isidro Barrandas
desembarcó en Tampico con el objetivo de iniciar la reconquista de México, ésta fue derrotada prontamente por las tropas mexicanas dirigidas por López de Santa Anna y Manuel Mier y Terán.
Tras la independencia, la República Mexicana llevó a cabo acciones para su
reconocimiento como nación libre y soberana. Las primeras naciones en reconocer a nuestro país fueron Chile, Perú y Colombia. Posteriormente, en 1822, el gobierno norteamericano manda a un representante, Joel R. Poinsett, con el encargo de informar sobre la situación política de México y acordar los mecanismos para el establecimiento de relaciones diplomáticas en los primeros meses de 1825 cuando se firma un tratado de amistad y comercio. Por su parte, en enero de 1825, Inglaterra reconoce a México y firma un tratado de amistad y comercio.
En 1826 México participa en el Congreso de Panamá, realizado a partir de una
iniciativa del libertador Simón Bolívar, junto con Guatemala, Perú y la Gran Colombia.Dicha reunión tenia la finalidad de formar una alianza ofensiva y defensiva contra posibles agresiones extranjeras


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la adopción del centralismo


Una vez que triunfó la sublevación conservadora de Cuernavaca, apoyada por López de Santa Anna, se iniciaron las acciones para liquidar a la federación, imponer una 269 república centralista y cancelar la reformas realizadas bajo el mandato de Gómez
Farías.
Sin embargo, en ciertos estados surgieron protestas contra estas disposiciones
por considerar que atentaban a su soberanía, siendo las más importantes la
desarrollada en Zacatecas, encabezada por el gobernador García Salinas, y la
articulada en el sur del país encabezada por el general Juan Álvarez. Todas fueron sofocadas de manera violenta.
A mediados de 1835, el partido conservador estableció un Congreso, el cual se
declaró constituyente y promulgó en octubre de ese año las bases de una nueva Constitución para México. En diciembre de 1836 se promulgaron las Siete Leyes Constitucionales, que establecían el régimen de centralización gubernamental y administrativa en el país.
La primera ley se refería a los derechos y deberes de los ciudadanos y establecía la obligación de la religión católica. La segunda creó el Supremo Poder Conservador el cual podía declarar la incapacidad física o moral de los tres poderes de la República (ejecutivo, legislativo y judicial). Las leyes correspondientes a la 3a. 4a. y 5a. organizaban los poderes de la Unión, fijando los procedimientos de su elección y sus atribuciones.





La sexta ley establecía la división del territorio en Departamentos, y la supresión de legislaturas locales, las cuales serían sustituidas por juntas departamentales.

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